Tupanchiskama
- lourdescalero
- 7 feb 2023
- 2 Min. de lectura
Mejorar un hábito.
Entender lo que vales.
Cuidar lo que tienes, la gente que quieres y cuidarte.
Siempre le había gustado la gente que vibra, la que cultiva sus sueños hasta que esos sueños se apoderan de su propia realidad. Y su amiga Daniela no vibraba en este momento, no cultivaba sueños. Necesitaba un empujón y quería saber cómo dárselo, cómo quitarle la angustia, la pena... Estaba preocupada porque, hay momentos en que las palabras más allá de sanar, depende de cómo y cuándo, ahogan...
Había muerto su tía, una de las personas más importantes para ella; perdió la vida en la carretera. Se sentía culpable por haberla hecho venir a su cumpleaños después de tantas horas de trabajo. No quería, no quería. No podía concebir un futuro sin ella y no dejaba de pensar en el pasado, en lo que fue, en lo que podría haber sido.
Decirle que no sirve nada centrarnos en el pasado, y que la vida está aquí y ahora era una realidad, pero no ayudaría.
Era complicado, porque a veces gastamos energía en responsabilizar, en machacarnos. La liberación de eso depende de nosotros. Nosotros somos responsables de nosotros mismos.
Está claro que tenía que aceptar lo que había pasado y dejar de buscar respuestas en el pasado; liberarse de lo que fue sin necesidad de aceptarlo, no tiene que aceptarlo si no quiere, no, pero sí asimilarlo y seguir adelante; trabajar en lo que le gustaría... Confiar.
Tarde o temprano, pensaba, lograría encontrarle la vuelta y sí, podría ser que no fuera hoy, ni mañana...pero lo lograría y sin duda estaría a su lado para volver a ver a esa persona, a esa Daniela soñadora vibrante.
Nunca la había visto así; Ante la desesperación de su llanto, finalmente optó por abrazarla fuertemente y tras unos segundos, le dijo:
-"Ámate como te amo yo... Cuando te sientas débil, cuando te sientas confundida, ámate hasta encontrarte de nuevo. No pasa nada si estás así. Ahora sientes así pero hay que trabajarlo. Y añadió: "Ahora toca levantarse. Quererte bien, como la querías a ella. Estaremos juntas. No te voy a soltar" - le susurró mientras le hacía una carantoña en el moflete.
-"Tupananchiskama"- añadió. Con esa palabra Daniela paró un poco el susurro con cara de no haber entendido nada.
-"Estate agradecida por las experiencias de tu vida y quédate con todo el aprendizaje y amor que te ha dejado la vivencia con ella. Estará en ti. Y sí, tupanchiskama, hasta que la vida os vuelva a encontrar... "
Parece que se calmó. Se miraron, Daniela suspiró y se volvieron a fundir en un abrazo muy fuerte. Mientras cerraban los ojos, se hizo el silencio. Un silencio adorable, pleno de sentimientos.
Nunca la olvidó y aunque la sentía siempre presente y, junto a Marta, Daniela fue pasando páginas y viviendo otras.

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